He de decir que, ya meses antes del parto, lo he tenido muy difícil para seguirle el ritmo a la mamá. Recuerdo a los 5-6 meses de embarazo, el momento del que luego descubrí que tiene un nombre – el síndrome del nido -: las primeras veces que mi compañera me dijo: tenemos que buscar la cuna, un par de bodies, el cambiador… Yo le contestaba: Ya? Pero si aún queda mucho! En serio? Me di cuenta que teníamos tiempos internos distintos, que a veces no coincidían para nada, así como yo empecé a sentirme padre mucho después de que ella se sintiera madre. Una madre lo es tiempo antes de dar a luz, con las primeras pataditas, los primeros hipos, ya siente su presencia, su vida, le va hablando, se van conociendo. Un niño cuando nace ya reconoce el olor y la voz de su madre. No es poco: distingue como se asusta, como se complace, como se ríe… No solo: reconoce cómo late su corazón, el ritmo de su respiración, los ruidos de su intestino. Todo esto, los primeros 9 meses y mucho más, es su casa.
Para ponerlo fácil a los padres – a los papás – en cuanto a habilidades parentales – o al menos no ponerlo difícil – hay que garantizar que estos primeros meses del bebé el vínculo con ellos pueda darse de manera natural: desde la presencia. No se trata de un lujo ni de regalar meses de vacaciones a los papas, sino de un derecho de los tres (padre, madre y niño) debería estar a la base de la prevención de salud materno-paterno-infantil: el padre completa la diada apoyando y dando alivio y descanso a la madre – juntos forman la triada -, però también forja el vínculo con él bebé (diría muy lentamente, mucho más paulatinamente que con la madre), vínculo que està diseñado biológicamente para la supervivencia del pequeño – cuanto más fuerte el vínculo, más protegido està el niño del riesgo de abandono, de desamparo, de poca implicación paterna, de estilos de crianza muy dispares entre padre y madre… Es un tema que daría para hablar mucho, ya volveré, la cuestión es que la figura del papá está todavía poco mirada desde la perspectiva de salud y prevención sociofamiliar.
Ahora Gael va a cumplir 2 años, tiene preferencias con la mamá y otras conmigo, somos diferentes como personas y como figuras, lo que me parece fantástico para darle diferentes perspectivas y, sobretodo, para complementarnos con él: dónde uno está más flojo el otro intenta reforzar, yo tengo ansiedades diferentes de las suyas y, entre los dos, intentamos compensarnos para afectarle lo mínimo posible con nuestras flaquezas mientras lo acompañamos en su desarrollo.