
Hace tiempo que tengo en la cabeza la idea de compartir qué es, para mí, ser padre hoy. Y cruzar – como inevitablemente me pasa en la vida privada – la vivencia personal con la formación profesional de Neuropediatra del desarrollo, dos tipos de experiencia humana que se entrelazan en mi mente y en mi ser.
Con Gael ha sido hasta ahora un increíble viaje entre tres que nos ha regalado una diferente perspectiva de la vida. Han habido y van dándose momentos preciosos (muchos, cada día) y otros de preocupaciones, cansancio, desacuerdos, agotamiento (muchos, cada día), todos ellos necesarios y enriquecedores, y la idea es compartir ese huracán de emociones tal como lo viví.
Existen muchos blogs de madres, pero me he dado cuenta que para los papàs aún escasean espacios compartidos, lo que ha sido el empuje para animarme a empezar.
Papá en apuros es un intento de dar voz a algo todavía bastante invisible: el rol, las dificultades, las dudas y las emociones de ser padre hoy, un padre lejos del patriarcado y aún poco situado en el modelo moderno de sociedad.

- ¿Dónde cabe el papa?
Los primeros meses de Gael mi compañera me tomaba el pelo llamándome el inquilino, es decir el que rondaba por casa en eterna búsqueda de accesorios que le tenía que acercar, que a menudo no sabía ni dónde buscar, o tratando de montar el sacaleche, o cocinando, intentando entender dónde colocarme – y cómo – en esa nueva familia, cómo ayudar cuando prácticamente todo giraba alrededor de algo con el que yo no pintaba nada: la teta.
Cuando tenía tres meses, en marzo de 2020, escribí: “Una mamá, para el bebé, es casa. Un padre? Es como la segunda residencia: algo más incómodo, algo incompleto, pero para pasar un rato está bien”
El primer mes Gael, con su dificultad para succionar el pecho (fue prematuro de 34 semanas) me ayudó en esta búsqueda de un espacio mío y suyo: después del pecho le daba leche con jeringuilla. Alimentar a un bebè es uno de esos momentos que no tienen punto de comparación con nada: hermoso, único. Sentir que eres medio de sobrevivencia, aún sin poderle ofrecer el pecho, crea una conexión íntima y, sin darse uno cuenta, ayuda a conocerse el uno al otro, a tener un momento exclusivo, a confiar, ayuda a tejer ese primer vínculo tan primordial y absoluto a través del apego. Por supuesto hay otros pequeños momentos que tienen un encanto similar, como cuando se me dormía encima, sentir el piel con piel y abrigarlo con mi cuerpo, darle amparo, y proteger su descanso.
Así día tras día, aún siendo el inquilino en muchos momentos, he gozado enormemente estos primeros meses.
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