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Papà en apuros. Ser padre hoy

Por qué cuesta?

Te cuesta porqué te cuestionas. Los roles de padre y madre han cambiado mucho en poco tiempo y ya no puedes recalcar el modelo viejo de padre. Ya está desactualizado. Está superado, junto al modelo de hombre que tu padre, y todos los hombres con quién te has criado, de alguna manera encarnaron.

Ahora bien, el modelo de mujer también ha cambiado, y el de madre. Y mucho. Pero hay una gran diferencia. Lo que han aprendido de sus madres sobre el rol de mujer se ha transformado rápidamente en relativamente pocos años. Pero lo que han aprendido sobre ser madres de las mujeres de sus vidas – de sus madres, se las abuelas, las tías, las amigas – sigue vigente, sigue basándose en los mismos instintos, tensiones, capacidades.

El modelo de padre, en cambio, se ha transformado radicalmente.

Venía del modelo patriarcal: el padre padrón, el que mandaba sobre mujer e hijos, pero sobretodo el que se mantienía al margen de la crianza porqué era cosa de mujer. Habían excepciones, claro, y menos mal. Pero esas excepciones que se involucraban en la crianza, que enlazaban con sus hijos un vínculo desde el apego, el cariño, el juego, la escucha… Estos eran superpapis, padres excepcionales. Y los demás eran buenos, mientras trajeran a casa el sueldo para que la familia pudiera sustentarse.

Esto ya no es así.

Hoy el papá no tiene excusas. O no debería tener.

Hoy sabemos que la crianza es cosa de dos. Pero siempre había sido cosa de una.

Papá en crisis? Hombre en crisis!

Mientras la mujer se ha emancipado en otras facetas del ser mujer, el hombre es como si no hubiera evolucionado, no ha hecho conquistas porque, en términos de género, ya lo tenía todo. Así que ahora, de repente, le toca aprender a ser padre a 360º, sin haberlo escogido, sin que nadie le enseñara, sin tener modelos a los que acogerse.

Y, junto con ser padre, le toca aprender a hacer las tareas del hogar que su padre nunca hizo. No digo cocinar o hacer la compra porqué hasta ahí en muchas partes del mundo nuestros papás llegaban. Pero lavar, tender, limpiar, planchar, ordenar… Ya no basta con ir a trabajar, ya no es un motivo para darle las gracias, si es que las mujeres también lo hacen, y además se les da muy bien: si se les da la oportunidad son excelentes profesionales en cualquier campo, nada que envidiarnos.

Así que venga, a deconstruirnos!

Pero como que deconstruirnos?

Deconstruirnos y reconstruirnos

El modelo de hombre tradicional ya no vale nada, y los muchos que sobreviven no tienen nada de que ser orgullosos, en todo caso están anticuados, destinados a la extinción, pero sobretodo están equivocados, y esto ya no es una cuestión de opiniones sino un principio objetivo de justicia, de equidad.

Nos toca cuestionarnos, porque inevitablemente arrastramos el legado de generaciones de hombres antes de nosotros, se nos lo ha inculcado desde niños, de forma más o menos consciente lo llevamos adentro. Y por primera vez en la historia ser hombre ya no es un mérito, y tampoco es un valor, al menos no el que nos hicieron creer.

Papá en crisis

Con esto quiero decir que ahora los papás no lo tenemos fácil. Porqué mientras uno solo se identifica como hombre no tiene por qué confrontarse necesariamente con ninguna crisis, se cuestiona si quiere, se confronta con quién quiere, y con quién no quiere no.

Pero a la que eres papá ya no tienes escapatoria: te tienes que confrontar contigo mismo, con todas tus faltas como hombre y como padre, y entonces cambia la historia. Ahí sí, no queda otra que cuestionarte en todo lo que habías dado por sentado, por hecho, ya no hay excusas.

Es debido. Es justo. Pero no es fácil. Antes las madres venían juzgadas, siempre en riesgo de acabar en el club de las malas madres o malas mujeres, llevan tiempo cargando con este peso.

Ahora, y por primera vez, podemos ser malos padres, es más, muy fácilmente somos malos padres, porqué estamos intentando hacer algo sin haber visto a los nuestros hacerlo antes, y nos equivocamos, todo el rato. De repente nos tenemos que mirar al espejo desnudos, sin el disfraz que les habían dado a nuestros papás, y nos encontramos muy incompletos, llenos de defectos, y nos duele mucho porqué no estábamos acostumbrados. De repente entendemos qué es la autoexigencia como hombres, como parejas, como padres. Y, de repente, es más fácil identificarnos con ellas.

Un nuevo papá

Somos quizás la primera generación que personifica un nuevo papá, y probablemente solo daremos una aportación sin llevar la obra al cabo: serán las generaciones después las que seguirán la metamórfosis.

Pero qué implica este cambio para nosotros, que lo estamos viviendo?

Para mi quiere decir tener la oportunidad de ser mejor que nuestros antepasados. Y mejorarnos a nosotros como personas.

No seré completo, fácilmente me seguirá costando mantener la casa ordenada, fijarme en los detalles de limpieza, tener controlada la lista de los pendientes del hogar, porqué nunca me lo enseñaron. Es una lección de humildad.

Pero seguramente seré mejor de lo que hubiera sido sin este reto. No tanto por aprender a ser un poco más ordenado, más riguroso, más práctico, que también. Sobretodo por aprender esto que tan mal se nos ha dado por generaciones y que es tan importante para ser, de verdad, más allá de aparentar: la humildad.

Y hay otro lado que me parece de un valor incomensurable: podemos gozar de nuestros niños.

Escucharlos, jugar, correr con ellos y ayudarles a levantarse cuando se caen al lado nuestro.

Estar más cerca que nunca a sus emociones, a su ser, ser sus confidentes, secar sus lágrimas, disfrutar de volver a ser niños junto a ellos.

Ya no tenemos que fingir que somos la figura fuerte, los duros, los que no se equivocan, los que no lloran. Y enseñarles todo esto

Post sobre papá en apuros

Papá en apuros (intro)

Papá en apuros (2). Conciliación

Papá en apuros (3). Primeros encuentros

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