Maternidad respetada

Barcelona. Estamos hospitalizados en el hospital en plena inducción del parto. Considerado entre los mejores hospitales por la parte de Ginecología y Obstetricia. Hemos dado la lata a todos los sanitarios que han pasado por nuestra habitación: la residente comadrona, quien enseguida ha pedido socorro a la comadrona de guardia, quien a su vez ha pedido auxilio a la ginecóloga de guardia. Una vez pasados a la zona de parto, el mismo proceso: llenamos de dudas y preguntas a todos los sanitarios uno tras el otro, siempre con amabilidad y disculpándonos por ser médicos y necesitar poder seguir el proceso, imaginándolos ir inmediatamente después a desahogarse con sus compañeros por esos dos pesados que cuestionan todo hacemos punto por punto.
Una vez cambiada mi perspectiva de la medicina y la obstetricia de la inicial que te inculcan en la residencia – los protocolos internos hospitalarios vistos como intocables por tener base científica – a la de individualizar cada caso, hacerse cargo de la persona y no de la enfermedad, considerar el cuadro global y no el esquema protocolario aislado de la persona, me di cuenta, entre otras cosas, de cómo se normaliza la violencia obstétrica, muchas veces con las mejores intenciones. Una vez entendido lo que implica la visión de parto respetuoso, ahora que me toca a mí pasar al otro lado de la camilla, el de paciente – en este caso de pareja y padre acompañante – me siento a ratos impotente y hasta víctima de cómo estos vacíos afectan concreta y materialmente procesos fundamentales de la vida, en concreto el parto: visión limitada de los especialistas, desconocimiento, atención absorbida por el cumplimiento de protocolos para no exponerse ni emocionalmente ni como profesional –la medicina defensiva-.
Antes del ingreso nos entregaron el Plan de nacimiento para una Maternidad respetada, un documento fantástico para un hospital público, que me tranquilizó mucho: partícipes y protagonistas de las decisiones en todo momento, acompañados por la matrona en todo el proceso, todas las decisiones con nuestro consentimiento, posibilidad de baño, movimientos libres para estimular las contracciones gracias a la monitorización inalámbrica, posibilidad de filmar el parto con cámaras instaladas…
Realidad: el monitor inalámbrico no funcionaba por lo que había que limitar los movimientos hasta donde llegaba el cable, la cámara no funcionaba, la matrona en vez de acompañar informaba lo que había que hacer sin ningún tipo de empatía, contacto emocional, sobre todo sin escucha; en cuanto a respetar nuestro consentimiento no hubo interés en lo más mínimo; en cuanto al baño, sin poder movernos de alrededor de la camilla ni siquiera preguntamos.
Sin embargo, ya habíamos vivido un parto en este hospital y todo había fluido como un proceso natural, nos habíamos sentido acompañadas, sin que nos ofrecieran cámaras para filmar ni monitores inalámbricos, ni siquiera el fatídico Plan de nacimiento para una maternidad respetada. ¿La diferencia? el lado humano
https://www.elpartoesnuestro.es/informacion/parto/administracion-de-oxitocina-sintetica
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