Los mismos autores de los estudios de referencia invitan a interpretar con prudencia los resultados

Hoy uno de los trends en desarrollo del niño, neuropediatría y pediatría es el sueño. Los coacher de sueño pululan en todo Europa prometiendo solucionar uno de los problemas que más agotan a los padres: el no poder dormir porque el niño no duerme. Numerosas evidencias indican que dormimos mal ya desde edades tempranas, y otras tantas apuntan a que dormir mal tiene repercusiones muy importantes en la salud. Pero qué es lo que realmente se sabe sobre cuantas horas debería dormir un niño respecto a lo óptimo de su edad?
Los gráficos que más se ven en los couching de sueño y en redes sociales vienen de estudios sobre recomendaciones de sueño. El más usado es quizás el del estudio de la National Sleep Foundation, de 2015. Pero en qué se basan dichos estudios? Básicamente en un grupo de expertos que revisan la literatura disponible (metanálisis) y sacan conclusiones. La pregunta entonces es: en qué se basan los estudios que toman de referencia para sacar esas conclusiones?
Son estudios poco fiables porqué realizados en base a cuestionarios a las familias, y como todo lo que se autoreporta, tienen el gran sesgo de sobrevalorar la medida que se quiere analizar: en pocas palabras, cuando le preguntas a un progenitor algo que puede hacerle quedar bien o mal sobre un tema tan importante como la salud de su hijo, pone a dura prueba su sinceridad y, en buena fe, hay una tendencia innata a no querer quedar mal. Por lo que las familias tienden a decir que su niño duerme más horas de lo real. En efecto, si comparamos este tipo de estudios con otros más objetivos, hechos midiendo realmente las horas de sueño – o un efecto indirecto del sueño, como no moverse como cuando uno está despierto – a través de la actigrafía, vemos que duermen mucho menos de lo que los expertos recomiendan, pero también duermen mucho menos de lo que parecían dormir en las investigaciones basadas en cuestionarios.
Qué quiero decir con esto? Que cuando vemos los gráficos con recomendaciones de cuantas horas conviene que el niño duerma para que no incurra en problemas de salud, hemos de leerlos con mucha cautela, y saber que ponen más horas de las reales. Si una criatura de 2 años no llega a 11-14 horas por noche no quiere decir que tendrá problemas. Además, hay otros elementos muy importantes a considerar.
Los mismos autores de las recomendaciones especifican que el objetivo es dar indicaciones de Salud Pública, lo cual no se adapta al caso específico. Aclaran que en visitas clínicas hay que individualizar más allá de esas recomendaciones, y considerar otros factores:
Si el niño se despierta descansado y puede pasar el día y hacer sus cosas sin sufrir cansancio. Hay factores genéticos e individuales por los que un niño puede necesitar menos horas de sueño que otro.
Otro punto muy importante: más que la cantidad de horas, lo que cuenta es la calidad del sueño, cómo duermen, si llegan a sueño profundo la mayor parte de la noche o les cuesta y se mantienen muchas horas en un sueño ligero no reparador.
Conclusión? El sueño es un proceso fisiológico muy importante ya desde edades temprana, y adquirir buenos hábitos y una buena calidad de sueño desde los primeros años es un buen comienzo. Hoy día hay mucho trastorno del sueño, tanto en niños como en adultos, cuyas causas miraré de analizar en otro artículo. Pero cuidado: a la hora de evaluar si tu nene duerme o no lo suficiente, no te quedes con las tablas que salen en las recomendaciones, sería simplificar la realidad y, muy probablemente, tendrías el listón muy alto y sufrirías más de lo necesario.
Link a fuentes
Artículo disponible en pubmed: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30568521/
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29590464/
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29590464/
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29073398/