Loading

Inicio

  • Con 2 años suma y multiplica. Y nos toma el pelo, también

    A 2 anni fa somme e moltiplicazioni. E ci prende in giro

    https://instagram.com/stories/papasenapuros_papaneiguai/3027987561712411677?utm_source=ig_story_item_share&igshid=MDJmNzVkMjY=

  • DESDE QUE SOY PADRE

    DESDE QUE SOY PADRE

    He aprendido a vivir alimentándome de sus sobras

    A cocinar versiones simplificadas e insípidas de los platos que me gustan

    A comer en tiempos récord casi incompatibles con la digestión humana

    A tomar café con una mano mientras conduzco el cochecito con la otra

    A tomar una cerveza en la plaza y, entre sorbo y sorbo, perseguirle con aceleraciones increíbles que llaman la atención de todas las mesas

    A apreciar la despreocupación planificada y cronometrada de media hora al día

    A quedarme dormido mientras le leo el cuento, intentando aguantar unas frases más hasta perder el conocimiento, y luego, cuando me pilla, despertarme con un jadeo y continuar la misma historia con la máxima coherencia, como si se tratara de una pausa narrativa premeditada y legítima

    A vestirme por las mañanas, antes de llevarle a la guardería, en tiempos antes impensables, cogiendo ropa al azar mientras me cepillo los dientes para luego, puntualmente una de cada dos veces, justo antes de salir, descubrir que tengo que volver a cambiarme porque me ha manchado la camiseta de leche cuando intentaba darle el desayuno mientras gritaba “¡no! ¡yo solo!”.

    A caminar de puntillas a la velocidad de un perezoso sedado para no despertarle cuando cruzo el pasillo, parándome en un pie en poses estrambóticas de bailarina experimentada a cada crujido del parqué

    Cantar de memoria canciones de 2 años con el mismo entusiasmo que cuando descubrí tardíamente a De Andrè

    A dormirlo para la siesta, sosteniendo 16 kilos mientras bailo y canto, sin aliento, El vals del mosquito repetido x4, que es la única canción que le relaja desde que tenía 9 meses y no llegaba a los 8 kilos, hasta que siento que su respiración se vuelve pesada, momento en el que busco desesperadamente un espejo para cerciorarme de que realmente duerme mientras mi bíceps izquierdo inicia una contractura que me distrae de la tendinitis de Aquiles provocada por demasiados valses improvisados. En ese momento corro hacia su cama para acostarlo con una lentitud prudente pero excesiva que acentúa la contractura, conduciéndola inexorablemente hacia el espasmo muscular, mientras me convenzo de que el dolor físico es sólo una fase transitoria pero necesaria de la paternidad y que, después de todo, debería alegrarme porque desde que era adolescente no tenía unos bíceps tan tonificados, sobre todo el izquierdo

    A tolerar llantos de 1200 decibelios simulando la calma de un yogui a pocos pasos del Nirvana mientras la sangre hierve dentro de mis venas

    Improvisar excusas ridículas cuando su madre me señala que le puse la camiseta al revés, le dejé 12 horas con el mismo pañal que a estas alturas le pesa tanto que no puede andar, le puse calcetines desparejados, excusas como:

    “Hoy en día casi todas las camisetas son de doble cara, seguro que esta también lo es, sólo tenemos que despegar la etiqueta”.

    “El pañal estaba seco hasta hace media hora, de repente se ha bebido un litro de agua, iba a cambiarlo ahora mismo, ¿no puedes esperar un momento antes de anticiparte a mis pensamientos?”.

    “No es que los calcetines estén desparejados, es que uno de ellos se descoloró en la lavadora, porque los pusiste en dos lavadoras distintas, tienes que tener más cuidado, yo no cometo estos errores”

    He aprendido a contestar con una sonrisa socarrona a las viejecitas de la calle cuando me corrigen sobre cómo cogerlo, porque con la boca apretada contra mi hombro el pobre no puede respirar, o sobre cómo ponerlo en el cochecito, porque con las piernas colgando hacia abajo, cuando crezca le salen pies de pato y no hay más remedio que operar, mordiéndome la lengua para no vomitar respuestas emocionales del tipo “No vengas a decirme tonterías que soy pediatra, y además no es que por ser tío tengas derecho a tratarme padre inepto, me esfuerzo, ¡iros ya, dejadme en paz! “

    He aprendido a trastocar todos los planes de fin de semana, viajes y vacaciones porque puntualmente nada más llegar a un sitio empieza a tener décimas de fiebre por un virus cogido por otro niño 18 días antes que estuvo incubando hasta el momento de poner pie en el avión

    Pero sobre todo, he aprendido que estoy total e inevitablemente supeditado a un ser minúsculo de dos años que, tras una hora de lloriqueos, rabietas y chillidos sin sentido que han agotado todas mis -poco destacables- capacidades de autocontrol, con un abrazo y una palabra -papá- me desconcierta y me catapulta de una exasperación que temo ser el preludio de una neurosis embarazosa de justificar, al más tierno y apaciguado sentimiento de amor imaginable

    Ah, y he aprendido a reflejarme en los ojos de mis hijos. Porque los hijos son un espejo. A veces tan tranquilizador como un mar en calma en una mañana de primavera. Otras veces, cuando revela las imperfecciones, los defectos que no me gustan de mi, las limitaciones y heridas que arrastro, terrible como un mar en la tormenta

  • DA QUANDO SONO PADRE

    DA QUANDO SONO PADRE

    Ho imparato a vivere cibandomi dei suoi scarti

    A cucinare versioni semplificate e insipide dei piatti che mi piacciono

    A mangiare in tempi record quasi incompatibili con la digestione umana

    A prendere caffè con una mano mentre con l’altra guido il passeggino

    A prendere una birra in piazza e, tra un sorso e l’altro, rincorrerlo con accelerazioni inverosimili che richiamano l’attenzione di tutti i tavoli

    Ad apprezzare la spensieratezza pianificata e cronometrata di mezz’ora al giorno

    Ad addormentarmi mentre gli leggo la storia della buonanotte provando a resistere per qualche frase in più fino a perdere i sensi, e poi, quando mi sgama, svegliarmi con un sussulto e continuare la stessa storia con la massima coerenza, come se si trattasse di una pausa narrativa premeditata e lecita

    A vestirmi la mattina, prima di portarlo all’asilo, in tempi prima impensabili, prendendo vestiti a caso mentre mi lavo i denti per poi, puntualmente una volta su due, giusto prima di uscire, scoprire che devo cambiarmi di nuovo perchè mi ha macchiato la maglietta di latte quando provavo a dargli la colazione mentre gridava “no! io solo!”

    A camminare in punta di piedi alla velocità di un bradipo sedato per non svegliarlo quando attraverso il corridoio, fermandomi su un piede solo in pose bizzarre quale ballerina sperimentata a ogni scricchiolio del parquet

    A cantare a memoria canzoni per bimbi di 2 anni con lo stesso entusiasmo di quando scoprii, tardivamente, De Andrè

    Ad addormentarlo, al momento del pisolino, tenendo in braccio 16 chili mentre ballo e canto ansimando Il valzer del moscerino ripetuto x 4 che è l’unica canzone che lo rilassa da quando aveva 9 mesi e non arrivava agli 8 chili, fino a quando non sento che il suo respiro si fa pesante, allorchè cerco disperatamente uno specchio per constatare che stia effettivamente dormendo mentre il bicipite sinistro inizia una contrattura che mi distrae dalla tendinite di Achille dovuta ai troppi valzer improvvisati. A quel punto corro verso il suo letto per adagiarlo con una lentezza prudente nonchè eccessiva che accentua la contrattura portandola inesorabilmente verso lo spasmo muscolare, mentre mi convinco che il dolore fisico è solo una fase di passaggio provvisoria ma necessaria della paternità e che, in fondo, dovrei essere contento che dai tempi dell’adolescenza non avevo dei bicipiti così tonici, soprattutto il sinistro

    A tollerare pianti di 1200 decibel simulando la calma di uno yogui a pochi passi dal Nirvana mentre dentro mi bolle il sangue nelle vene

    A improvvisare scuse ridicole quando sua madre mi fa notare che gli ho messo la maglietta al contrario, gli ho lasciato lo stesso pannolino per 12 ore che ormai gli pesa tanto che non riesce a camminare, gli ho messo calzini spaiati, scuse del tipo:

    “Oggi le magliette per bambini hanno quasi tutte il doppio verso, sicuramente anche questa, dobbiamo solo staccare l’etichetta”

    “Il pannolino era asciutto fino a mezz’ora fa, poi improvvisamente ha bevuto un litro d’acqua, stavo per cambiarlo proprio ora, non puoi aspettare un attimo prima di anticiparti ai miei pensieri?”

    “Non sono spaiati i calzini, è che uno dei due si è scambiato in lavatrice, perchè tu li hai messi in due bucati separati, devi stare più attenta, io questi errori non li faccio”

    Ho imparato a rispondere con un sorriso sornione mentre alle vecchiette per strada che mi correggono su come lo devo tenere in braccio, che con la bocca schiacciata sulla mia spalla poverino non respira, o su come lo devo mettere sul passeggino che con le gambe penzoloni poi da grande gli vengono i piedi a papera e non rimane altra scelta che operarlo, mordendomi la lingua per non vomitare risposte emotive come “Non venire a dire cretinate a me che sono pediatra, e comunque non è che solo perchè sono maschio avete il diritto di darmi addosso come padre inetto, ce la sto mettendo tutta, andate via, lasciatemi in pace!”

    Ho imparato a sconvolgere tutti i programmi di weekend, gite e vacanze perchè puntualmente appena arriviamo in un posto gli iniziano a salire i decimi di febbre di un virus preso da un altro bimbo 18 giorni prima che stava incubando fino al momento di mettere piede sull’aereo

    Ma soprattutto, ho imparato che sono totalmente e inevitabilmente succube di un essere minuscolo di due anni che, dopo un’ora di lagne, capricci e strilli insensati che hanno esaurito tutte le mie capacità – tra l’altro non notevoli – di self control, con un abbraccio e una parola – papá – mi sconcerta e mi catapulta da un’esasperazione che temo essere il preludio di una nevrosi imbarazzante da giustificare, al sentimento di amore più tenero e appaciato che si possa immaginare

    Ah, e ho imparato a specchiarmi negli occhi dei miei figli. Perchè i figli sono come uno specchio. A volte rassenerante come un mare calmo una mattina di primavera. Altre volte, quando rivelano le imperfezioni, i difetti che non vorrei, i limiti e le ferite che mi porto dietro, terribile come il mare in tempesta

  • Coliche del neonato: tutto quello che serve sapere

    Cosa sono le coliche del neonato?

    Le coliche del neonato sono una condizione che colpisce il 5-20% dei bambini. Ma cosa sono esattamente? Di esatto c’è poco, poiché il nome stesso “colica” non ha basi scientifiche.

    Non sappiamo se l’origine del pianto sia il dolore intestinale. Quello che sappiamo è che questa condizione esiste davvero, poiché segue lo stesso schema in tutti i bambini che ne soffrono e differisce da altre patologie. È un pianto forte – diverso dagli altri, più agitato, più forte -, prolungato – può raggiungere le 3 ore – diversi giorni alla settimana se non tutti i giorni, sempre all’incirca alla stessa ora. la sera o di notte. Inizia alle poche settimane di vita. E, soprattutto, perché dà speranza ai genitori, diminuisce dai 2-3 mesi di vita, per cessare intorno ai 4 mesi. Per il resto il bambino è sano, mangia e cresce bene, non ci sono segni di malattia, per cui è una condizione benigna, non parliamo di una patologia. In ogni caso questo pianto disperato stressa i genitori, perché sentono che il loro bambino sta proprio male, per ore, e sembra che niente lo possa aiutare.

    Perchè succede?

    Vediamo le possibili cause. Si è visto che il microbioma di questi bambini è alterato rispetto ai bambini senza coliche, e che presentano una disbiosi alle poche settimane di vita del bambino, cioè una flora intestinale dove ci sono meno batteri buoni (alcuni Lactobacillus e Bifidobacterium) e più batteri che non dovrebbero esserci e che produrrebbero gas in eccesso, oltre esserci una lieve infiammazione dell’intestino, maggiore permeabilità, e immaturità del sistema neuroenterico (cellule nervose simili ai neuroni ma localizzate nell’intestino, che secernono neurormoni con funzioni regolatrici). Questo non significa che la causa primaria sia esclusivamente nell’intestino, ma suggerisce che il meccanismo delle coliche comporta un’alterazione della flora intestinale.
    Sebbene non sia stata dimostrata la causa delle coliche o l’alterazione del microbioma nei bambini con coliche, conosciamo fattori che alterano il microbioma del neonato: stress materno durante la gravidanza, alcuni farmaci assunti durante la gravidanza, parto con taglio cesareo, antibiotici al bambino – direttamente o, se allattato al seno, indirettamente quando assunti dalla madre.

    È stato anche visto che l’intolleranza alle proteine ​​del latte di vacca può causare coliche infantili. In questo caso migliorerebbero con la formula idrolizzata (sono state fatte prove anche con il latte di soia, ma è sconsigliato in bimbi di meno di un anno).

    Uno studio su 302 madri e bambini che allattano al seno, ha osservato che dare un solo seno ad ogni poppata riduce le coliche, rispetto a dare entrambi i seni in tutte le poppate.

    Sebbene per definizione il pianto del bambino con le coliche sia inconsolabile, cioè non alleviato dal tipo di contenimento che fa la mamma o il papà, ci sono diversi studi che hanno visto che le mamme ansiose hanno un rischio maggiore di avere figli con le coliche. Cioè, un bambino con una madre ansiosa ha più probabilità di soffrire coliche.

    C’è uno studio che, tanto per cambiare, analizza, invece, i padri (3555 padri), e trova un’associazione tra la depressione del padre e le coliche infantili. Vale a dire, sembra che ci siano fattori emotivi dei genitori che determinano se un bambino può avere le coliche.

    Cosa penso io?

    Una volta visti i dati disponibili, sembra che ci sia un fattore intestinale di aria/gas, ma non è sufficiente a determinare il quadro, perchè molti bimbi hanno più gas del dovuto senza per questo avvertire le coliche. Forse c’è un fattore aggiuntivo dato da un’alterata sensibilità a livello intestinale che può essere dovuta a varie cause: stress, alterazione della flora intestinale con infiammazione, prematurità… Per questo discorso occorre rimandare agli studi sull’asse microbioma-intestino-cervello

    Che fare?

    Qualunque sia la causa, vediamo cosa possiamo fare.
    Quello che tutti gli studi rilevano è che rassicurare e accompagnare i genitori è l’intervento più efficace per ridurre le coliche: ancora una volta, sembra che ci sia un fattore psicologico (o neuropsicologico) importante, ovvero che il modo di tranquillizzare il bambino – o stressarlo – può essere decisivo.


    Per quanto riguarda possibili terapie, l’unica cosa che ha mostrato evidenza certa è il probiotico L Reuteri DSM 17938, soprattutto nei bambini allattati al seno, per 3-4 settimane, che in diversi studi è riuscito a ridurre notevolmente (di 50-60 minuti) il pianto.
    Altri studi, con risultati non omogenei per cui non possiamo trarre conclusioni, sono andati ad analizzare l’efficacia del massaggio e del prendere il bimbo in braccio per ridurre il dolore.

    Prima delle conclusioni, un piccolo inciso. Abbiamo visto l’ennesimo danno di un parto eccessivamente medicalizzato: un taglio cesareo non necessario comporta molti rischi inutili, per la madre ma anche per il bambino. Eccone uno: l’alterazione del microbioma del neonato, con tutto ciò che comporta.

    Conclusioni? (Ora sì)

    1. Mantieni la calma per affrontare l’angoscia del bambino e anche per ridurre le coliche. Sappiamo che si tratta di una condizione benigna e temporanea, e che per alleviare il disagio dobbiamo offrirgli tranquillità. Inoltre, se ti stressi avrai raddoppiato o triplicato i danni delle coliche: da che angosciavano solo a tuo figlio, ora angosciano a tutta la famiglia. È una dinamica che dobbiamo prevenire
    2. Se il bambino prende latte materno, possiamo provare il probiotico L. reuteri per 2-3 settimane
    3. Se il bambino prende biberon, possiamo provare una formula idrolizzata. Se prende il seno, possiamo comunque decidere se fare questa prova, ma senza molte aspettative: in questo caso si tratterebbe di restringere la dieta – della mamma – ai latticini per qualche settimana
    4. Come vediamo negli studi, ci sono diverse cose che possiamo fare e che potrebbero funzionare o meno, ma vale la pena provare, perché è plausibile che, come in tutto il resto, per ogni bimbo funzioni qualcosa di diverso o fatto in modo diverso: con il prenderlo in braccio, ad esempio, prova vari modi, ritmi, intensità e movimenti mentre lo dondoli… prova massaggi, musica rilassante, riscaldalo se è inverno, allattalo per vedere se cosí si consola. Ciò che non troverà mai riscontro negli studi scientifici – perché per definizione qualcosa che varia da un soggetto all’altro non è riproducibile, quindi non è dimostrabile – è l’enorme variabilità della realtà, per cui potresti trovare il massaggio o il modo di prenderlo chegli allevia il dolore. Quindi coraggio, in ogni caso passerà presto!!!
    5. Se dopo 4 mesi continua uguale, è consigliabile consultare un pediatra

    Link alle fonti scientifiche

    https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29760502/

    https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29279326/


    Altri articoli del blog

  • Cólico del lactante: todo lo (cierto) que debes saber

    Se trata realmente de cólicos? Cual es su causa? Qué podemos hacer?

    El cólico del lactante es una condición que afecta al 5-20% de niños. Pero qué es exactamente? Pues de exacto hay poco, dado que el mismo nombre “cólico” no tiene ninguna base científica.

    Por qué pasa?

    No sabemos si el origen del llanto es un dolor intestinal. Lo que sí sabemos es que esta condición existe realmente, pues respeta un mismo patrón en todos los bebés que lo padecen y se diferencia de otras patologías. Se trata de un llanto fuerte – diferente de los otros llantos, más agitado, más fuerte -, prolongado – pudiendo llegar a 3 horas – y varios días por semana cuando no cada día, siempre sobre la misma hora: por la tarde o en la noche. Empieza a las pocas semanas de vida. Y, lo más importante porqué da esperanza a los padres, va disminuyendo a partir de los 2 meses de vida, para cesar entorno a los 4 meses, a veces antes. El niño, por lo demás, está sano, come y crece bien, no hay signos de enfermedad. Aún así, este llanto desesperado estresa a los papás, por sentir que su criatura está pasando un mal rato, y un rato largo, además.

    Vamos a ver las posibles causas. Se ha visto que el microbioma de estos niños está alterado respecto a los bebés sin cólicos, y que además muestra una disbiosis a las pocas semanas de vida del niño, es decir una flora intestinal dónde hay menos bacterias que sí deberían estar (algunos Lactobacillus y Bifidobacterium) y más bacterias que no deberían estar y que producirían exceso de gases, además de haber cierta inflamación del intestino, mayor permeabilidad, e inmadurez del sistema neuroentérico (células nerviosas parecidas a neuronas pero ubicadas en el intestino, que secretan neurohormonas con función reguladoras de la función intestinal). Esto no quiere decir que la causa primera esté exclusivamente en el intestino, pero sí apunta a que el mecanismo del cólico pase por la alteración de la flora intestinal.

    Aunque no esté demostrada la causa ni del cólico ni de la alteración del microbioma en niños con cólico, sí sabemos de factores que alteran el microbioma de un recién nacido: estrés materno durante el embarazo, algunas medicaciones tomadas en la gestación, parto por cesárea, dar antibióticos al niño – directamente o, si toma pecho, indirectamente porque los tenga que tomar la madre- .

    También se ha visto que la Intolerancia a las Proteinas de Leche Vacuna puede dar cólicos del lactante. En este caso mejorarían con fórmula hidrolizada (también se han hecho ensayos con leche de soja pero no se recomienda por debajo del año).

    Un estudio en 302 madres y bebés que toman pecho, ha observado que dar un solo pecho en cada toma disminuye los cólicos, frente a dar ambos pechos en todas las tomas.

    Aunque por definición el llanto del bebé con cólico es inconsolable, es decir no se ve aliviado por el tipo de contención que hace la madre, sí hay varios estudios que han visto que las mamás ansiosas tienen más riesgo de tener niños con cólicos. Es decir, un bebé con una madre ansiosa tiene más números de tener cólicos.

    Hay un estudio que, para variar, lo que analiza es a los papás (3555 papás), y encuentra una asociación entre depresión del padre y cólicos del lactante. Es decir, sí que parecen haber factores emocionales de los padres que influyen en que un bebé pueda tener cólicos.

    Qué opino yo?

    Una vez asumido que es un cuadro que existe en sí, que va más allá de gases o reflujo como pueden tener muchos bebés, que no sabemos la causa pero sí que en el mecanismo habría una alteración del microbioma intestinal del recién nacido con una leve inflamación y aumento de la permeabilidad, y que, además, hay factores psicoemocionales – por ejemplo el estrés – de los padres que influyen, lo que me parece es que a la base del cólico del lactante hay una alteración a nivel intestinal, no solo en forma de más gases, sino de la regulación del intestino y de la sensibilidad. Sabemos que el intestino del niño pequeño está íntimamente conectado con su cerebro (en estos últimos años van saliendo muchos estudios sobre el eje microbioma-intestino-cerebro, pero aún sabemos poco de los mecanismos). Con todo esto, parece haber una alteración en el intestino no solo de su motilidad, sino de la regulación de neurohormonas y demás mecanismos que lo comunican con el cerebro, dando lugar a una sensibilidad alterada a las normales molestias de los gases.

    Qué hacer?

    Sea cual sea la causa, vamos a mirar qué podemos hacer.


    Lo que todos los estudios encuentran es que tranquilizar y acompañar a los padres es la intervención más efectiva para reducir los cólicos: una vez más, parece que hay un factor psicológico (o neuropsicológico) importante, es decir que sí que la manera de tranquilizar al niño – o de estresarlo – puede ser determinante.


    En cuanto a los ensayos que se han hecho administrando algún tipo de terapia, lo único que ha demostrado cierta evidencia es el probiótico L Reuteri DSM 17938, sobretodo en niños amamantados, durante 3-4 semanas, que en varios estudios logró reducir considerablemente (aprox 50 minutos) el llanto.
    Otros estudios, con resultados no homogeneos por lo que no podemos sacar co

    nclusiones, han ido a analizar la efectividad del masaje, y de cargar al bebé para reducir el dolor.

    Antes de las conclusiones, un pequeño inciso. Hemos visto otro daño más de medicalizar en exceso los partos: una cesárea innecesaria conlleva muchos riesgos innecesarios, para la madre pero también para la criatura. Hemos aquí uno más: la alteración del microbioma del recién nacido, que predispone, entre otras, al cólico del lactante

    Conclusiones? (ahora sí)


    1. Mantener la calma! Es fundamental para poder atender la angustia del bebé, y además para reducir el cólico. Sabemos que es una condición benigna y pasajera, y que para aliviar la molestia necesitamos ofrecerle tranquilidad. Los peques, aunque no puedan expresarlo, son muy sensibles al estrés de los papis, así como son muy agradecidos cuando le retornan calma. Es más, si te estresas habrás duplicado o triplicado el daño de los cólicos: habrán pasado de afectar a tu hijo a afectar a toda la familia. Es una dinámica que debemos prevenir. Si tu bebé por lo demás crece y come bien, no tiene fiebre y pasa bien el resto del día, busca la manera de lidiar lo mejor posible con el estrés de este mal rato, con la tranquilidad de que en breve (ya a partir de los 2 meses de vida) se le pasará


    2. Si el niño toma leche materna, podemos probar probiótico L. Reuteri por 2-3 semanas


    3. Si el niño toma biberón, podemos probar una fórmula hidrolizada. Si toma pecho, podemos decidir si restringir de la dieta – de la madre – los lácteos durante unas semanas


    4. Como vemos en los estudios, hay varias cosas que podemos hacer y que podrían funcionar o no, pero vale la pena intentar, porqué además es plausible que, como en todo lo demás, a cada niño le tranquilice algo diferente o algo hecho de una forma diferente: adelante con cargar al bebé y probar varias maneras, ritmos, intensidades y movimientos al mecerle y cantarle, probar masajes, músicas relajantes, calor si es invierno, darle el pecho para consolarle, posturas anti-gases y anti-reflujo… Algo que nunca se reflejará en los estudios científicos – porque por definición algo que varía de un sujeto a otro no es reproducible, por lo tanto no es demostrable – es la enorme variabilidad de la realidad, por lo que es posible que des con el masaje o la forma de cargarlo que alivien las molestias. Así que ánimos, en todo caso en breve se le pasará!!!

    Eso sí, si a los 4 meses sigue igual, conviene consultar con una/un pediatra

    Fuentes

    https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29760502/
    https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29279326/

    Link externos

    https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1139-76322013000300009#:~:text=El%20c%C3%B3lico%20del%20lactante%20o,con%20gran%20angustia%20y%20desolaci%C3%B3n.

    Más artículos del blog

    • Con 2 años suma y multiplica. Y nos toma el pelo, también

      A 2 anni fa somme e moltiplicazioni. E ci prende in giro https://instagram.com/stories/papasenapuros_papaneiguai/3027987561712411677?utm_source=ig_story_item_share&igshid=MDJmNzVkMjY=

    • DESDE QUE SOY PADRE

      DESDE QUE SOY PADRE He aprendido a vivir alimentándome de sus sobras A cocinar versiones simplificadas e insípidas de los platos que me gustan A comer en tiempos récord casi incompatibles con la digestión humana … Leggi tutto

    • DA QUANDO SONO PADRE

      DA QUANDO SONO PADRE Ho imparato a vivere cibandomi dei suoi scarti A cucinare versioni semplificate e insipide dei piatti che mi piacciono A mangiare in tempi record quasi incompatibili con la digestione umana A … Leggi tutto

    • Coliche del neonato: tutto quello che serve sapere

      Cosa sono le coliche del neonato? Le coliche del neonato sono una condizione che colpisce il 5-20% dei bambini. Ma cosa sono esattamente? Di esatto c’è poco, poiché il nome stesso “colica” non ha basi … Leggi tutto

  • Ore di sonno: cuanto dovrebbe dormire un bambino?

    Gli stessi autori delle raccomandazioni internazionali invitano a interpretarle con cautela

    Oggi uno dei trend nelle scienze dello sviluppo del bambino, nella neuropsicologia infantile e nella pediatria è il sonno. I coacher pullulano in tutta Europa promettendo di risolvere uno dei problemi che più sfiniscono i genitori: non riuscire a dormire perché il bimbo non dorme. Numerose evidenze indicano che dormiamo male fin dai primir anni di età, e molte altre suggeriscono che un sonno insufficiente ha ripercussioni importanti sulla salute. Ma cosa si sa veramente su quante ore dovrebbe dormire un bambino?

    I grafici che usano spesso in couching e sui social network provengono da studi sulle raccomandazioni ufficiali sul sonno. Il più utilizzato è forse lo studio della National Sleep Foundation, del 2015. Ma su cosa si basano questi studi? Fondamentalmente sul parere di un gruppo di esperti che si riuniscono ed esaminano la letteratura disponibile (meta-analisi), quindi ne traggono conclusioni. La domanda allora è: su cosa si basano gli studi a cui fanno riferimento per trarre queste conclusioni?

    Sono studi di poca qualità perché vengono effettuati sulla base di questionari dati alle famiglie e, come tutto ciò che viene auto-riportato, hanno il grande bias di sopravvalutare la misura da analizzare: insomma, se chiedi a un genitore di valutarsi su una questione così importante come la salute del figlio, metti a dura prova la sua sincerità e, in buona fede, c’è una tendenza innata a non voler fare brutte figure. Quindi le famiglie tendono a dire che il loro bambino dorme più ore rispetto alla realtà. Infatti, se confrontiamo questo tipo di studio con altri più oggettivi, realizzati misurando effettivamente le ore di sonno – o un effetto indiretto del sonno, come la diminuzione dei movimenti rispetto a quando si è svegli – attraverso l’actigrafia, vediamo che dormono meno di quanto raccomandano gli esperti, ma dormono meno anche di quanto sembrava dormissero negli studi basati su questionari.

    Cosa voglio dire? Che quando vediamo i grafici con le raccomandazioni sulle ore che un bambino dovrebbe dormire per non avere problemi di salute, dobbiamo leggerli con molta attenzione e sapere che risultano più ore di quelle reali. Se un bambino di 2 anni non raggiunge le 11-14 ore per notte, non significa che avrà problemi. Inoltre, ci sono altri elementi molto importanti da considerare.

    Gli stessi autori delle raccomandazioni precisano che l’obiettivo è quello di dare indicazioni di Sanità Pubblica, che non sono adeguate al caso specifico. Chiariscono che nelle visite cliniche è necessario individualizzare al di là di queste raccomandazioni e considerare altri fattori:

    Se il bambino si sveglia riposato e può affrontare la giornata e fare le sue cose senza sentirsi stanco. Ci sono fattori genetici e individuali per cui un bimbo potrebbe aver bisogno di dormire meno di un altro.

    Altro punto molto importante: più che il numero delle ore, quello che conta è la qualità del sonno, come dormono, se raggiungono un sonno profondo per gran parte della notte o fanno fatica e passano molte ore in un sonno leggero e poco ristoratore.

    Conclusione? Il sonno è un processo fisiologico molto importante fin dalla tenera età, e acquisire buone abitudini e una buona qualità del sonno subito è un buon inizio. Oggi sono tanti quelli che dormono male, sia bambini che adulti, e in un altro articolo parleremo del perchè. Ma attenzione: nel valutare se il tuo bambino dorme abbastanza o meno, non fare troppo affidamento alle tabelle che compaiono nelle raccomandazioni: semplificherebbe la realtà e, molto probabilmente, avresti aspettative troppo alte e soffriresti più del necessario.

    Link esterni alle fonti dell’articolo

    Articolo originale disponibile su pubmed: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30568521/

    https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27306437/

    Altri articoli del blog

  • Horas de sueño en niños. Qué sabemos realmente?

    Los mismos autores de los estudios de referencia invitan a interpretar con prudencia los resultados

    Hoy uno de los trends en desarrollo del niño, neuropediatría y pediatría es el sueño. Los coacher de sueño pululan en todo Europa prometiendo solucionar uno de los problemas que más agotan a los padres: el no poder dormir porque el niño no duerme. Numerosas evidencias indican que dormimos mal ya desde edades tempranas, y otras tantas apuntan a que dormir mal tiene repercusiones muy importantes en la salud. Pero qué es lo que realmente se sabe sobre cuantas horas debería dormir un niño respecto a lo óptimo de su edad?

    Los gráficos que más se ven en los couching de sueño y en redes sociales vienen de estudios sobre recomendaciones de sueño. El más usado es quizás el del estudio de la National Sleep Foundation, de 2015. Pero en qué se basan dichos estudios? Básicamente en un grupo de expertos que revisan la literatura disponible (metanálisis) y sacan conclusiones. La pregunta entonces es: en qué se basan los estudios que toman de referencia para sacar esas conclusiones?

    Son estudios poco fiables porqué realizados en base a cuestionarios a las familias, y como todo lo que se autoreporta, tienen el gran sesgo de sobrevalorar la medida que se quiere analizar: en pocas palabras, cuando le preguntas a un progenitor algo que puede hacerle quedar bien o mal sobre un tema tan importante como la salud de su hijo, pone a dura prueba su sinceridad y, en buena fe, hay una tendencia innata a no querer quedar mal. Por lo que las familias tienden a decir que su niño duerme más horas de lo real. En efecto, si comparamos este tipo de estudios con otros más objetivos, hechos midiendo realmente las horas de sueño – o un efecto indirecto del sueño, como no moverse como cuando uno está despierto – a través de la actigrafía, vemos que duermen mucho menos de lo que los expertos recomiendan, pero también duermen mucho menos de lo que parecían dormir en las investigaciones basadas en cuestionarios.

    Qué quiero decir con esto? Que cuando vemos los gráficos con recomendaciones de cuantas horas conviene que el niño duerma para que no incurra en problemas de salud, hemos de leerlos con mucha cautela, y saber que ponen más horas de las reales. Si una criatura de 2 años no llega a 11-14 horas por noche no quiere decir que tendrá problemas. Además, hay otros elementos muy importantes a considerar.

    Los mismos autores de las recomendaciones especifican que el objetivo es dar indicaciones de Salud Pública, lo cual no se adapta al caso específico. Aclaran que en visitas clínicas hay que individualizar más allá de esas recomendaciones, y considerar otros factores:

    Si el niño se despierta descansado y puede pasar el día y hacer sus cosas sin sufrir cansancio. Hay factores genéticos e individuales por los que un niño puede necesitar menos horas de sueño que otro.

    Otro punto muy importante: más que la cantidad de horas, lo que cuenta es la calidad del sueño, cómo duermen, si llegan a sueño profundo la mayor parte de la noche o les cuesta y se mantienen muchas horas en un sueño ligero no reparador.

    Conclusión? El sueño es un proceso fisiológico muy importante ya desde edades temprana, y adquirir buenos hábitos y una buena calidad de sueño desde los primeros años es un buen comienzo. Hoy día hay mucho trastorno del sueño, tanto en niños como en adultos, cuyas causas miraré de analizar en otro artículo. Pero cuidado: a la hora de evaluar si tu nene duerme o no lo suficiente, no te quedes con las tablas que salen en las recomendaciones, sería simplificar la realidad y, muy probablemente, tendrías el listón muy alto y sufrirías más de lo necesario.

    Link a fuentes

    Artículo disponible en pubmed: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30568521/

    https://www.abc.es/salud/abci-estas-horas-deberias-dormir-segun-edad-201909161315_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.es%2F

    https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29590464/

    https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29590464/

    https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29073398/

    Otros artículos del blog

  • Crianza y pedagogía en instagram i demás redes sociales (1)

    En los últimos meses, queriendo profundizar en lo que circula hoy en las redes sociales en torno a la crianza, me he entretenido navegando por el Instagram. Me he dado cuenta de que:

    Los padres de mi generación, aquellos que ahora comienzan a tener hijos o tienen hijos pequeños, usan las redes sociales como si fueran referentes cruciales, donde una vez hubo una abuela o tía de referencia. Es una tribu virtual que reemplaza a la real, sin embargo, partiendo de una premisa equivocada: pensar que la educación de un niño es una cuestión de nociones

    Aunque hay algunos perfiles muy útiles la gran mayoría, y también hablo de perfiles con muchos seguidores, dan información engañosa, parcial y, sobre todo, simplista, lo que es un peligro porque se prestan – intencionadamente – a que cada madre o padre entienda lo que quiere y, de esa manera, crean el riesgo de legitimar una teoría, un hábito o un estilo que no sean buenos para el niño real.

    La ayuda “ofrecida” a los padres de Instagrammer en voga es, un poco como todo en el Instagram, un tema de mercado. Son empresarios de la pedagogía en busca de clientes. Este fenómeno constituye una especie de conflicto de intereses: la información no es dada desde la honestidad intelectual de un experto, sino desde la ansiedad de cabalgar la ola de una moda para ganar likes y hacer seguidores que compren el producto. Es el mercado de la pedagogía, que hoy se gasta en redes sociales: cursos online, formaciones presenciales, ganancias en red en base a la cantidad de seguidores …

    Muchos “expertos” no tienen una capacitación adecuada, sino nociones leídas, ellos también, en Internet, o recibidas en cursos, por lo que difunden creencias basadas en un conocimiento superficial o, lo que es peor, en lo que circula más, en lo que ya está de moda, generando un fenómeno autoamplificación de una moda que lleva a fortalecer estilos de crianza incorrectos

    Influencers que sentencian soluciones definitivas a dudas como:

    Mi hijo tiene 3 años y todavía duerme mal, estaba exhausto, ¿qué hago?

    Mi bebé no quiere comer con comer, excepto las mismas 3 cosas de siempre, ¿no pasa nada?

    No puedo quitarle el pecho y tiene casi 4 años, estoy agotada, pero bueno por otro lado es una señal de un buen vínculo, no se qué hacer

    Mi hijo de 1 año es un PAS (persona con alta sensibilidad), ¿es positivo, ¿verdad? ¿O debería hacer algo?

    Las respuestas que leí tienden a tranquilizar, alentar o reinterpretar en una clave positiva, y luego revelan 4-5 puntos clave esenciales para resolver el problema y, finalmente, ofrecen el mejor curso disponible a día de hoy.

    A estas alturas quiero decir que:

    No hay una respuesta estándar a tales preguntas, así como no puedo educar igual a 2 niños: cada niño nace con un temperamento. Sí, ya al nacer, todos son diferentes, por lo que la habilidad y el desafío de los padres están en adaptar su propia forma de relacionarse, educar, poner límites, alentar, jugar, manejar las frustraciones al temperamento del bebé. Probablemente con un hijo de temperamento tranquilo podré dar límites y contención más fácilmente que con uno con un temperamento intenso y absorbente, o con un niño de alta demanda.

    Una actitud del niño debe interpretarse primero en base a la edad y, los primeros años de vida, en 6 meses cambia prácticamente todo por la misma maduración cerebral. Los padres tratan de manejar este desafío continuo: adaptar los los retos a las habilidades del niño que dependen, en gran medida, de la edad. De un niño de 1 año no puedo esperar que maneje la frustración sin el acompañamiento total del adulto. Al igual que en un niño de 3 años, no se puede normalizar que pida el pecho frente a cualquier pequeño desafío o frustración para poder calmarse.


    Hay reglas o consejos muy útiles que valen para cualquier edad; pero son en su mayoría reglas generales que requieren una serie de aclaraciones y postillas, para interpretarlas y no caer en los errores comentados.

    Hay tendencias en la crianza actual que necesitan ser acompañadas pero por profesionales y de forma presencial, directa e individualizada…

    Más artículos

    Link externos

    https://saposyprincesas.elmundo.es/consejos/educacion-en-casa/redes-sociales-y-crianza/

    https://eresmama.com/como-influyen-redes-sociales-ninos/

    https://elpais.com/mamas-papas/2020-10-29/estos-son-los-riesgos-de-exponer-a-los-ninos-en-las-redes-sociales.html

  • Pedagogia e genitorialità su instagram e reti sociali

    Negli ultimi mesi, volendo approfondire cosa circola oggi sulle reti sociali attorno alla genitorialità, ho smanettato un pò su instagram. Mi sono reso conto che:

    • I genitori della mia generazione, quelli che ora stanno iniziando ad avere figli o hanno bambini piccoli, usano le reti sociali come se fossero dei punti di riferimento cruciali, lì dove un tempo c’era la nonna o la zia di riferimento. È una tribù virtuale che sostituisce quella reale partendo però da un presupposto insufficiente: pensare che l’educazione di un figlio sia una questione di nozioni
    • Pur essendoci alcuni profili molto utili, la stragrande maggioranza, e parlo anche di quelli molti seguiti, danno informazioni ingannevoli, parziali e, soprattutto, semplicistiche, il che è pericoloso perchè da adito a che ogni madre o padre capiscano ciò che vogliono capire e, così, incorrano nel rischio di legittimare una teoria, un’abitudine, o uno stile che non fanno bene al bambino
    • L’aiuto “offerto” ai genitori dagli instagrammer in voga rientra, come tutto il resto di roba su instagram d’altronde, in una questione di mercato. Sono impresari dell’educazione in cerca di clienti. Tale fenomeno costituisce una sorta di conflitto d’interessi: l’informazione non viene data dall’onestà intellettuale di un esperto, ma dall’ansia di cavalcare l’onda di una moda per prendere like e così fare seguaci che comprino il prodotto. È il mercato dell’educazione, che oggi si spende sulle reti sociali: corsi online, formazioni presenziali, guadagni online grazie al numero di followers…
    • Molti “esperti” non hanno una formazione adeguata, e ripetono nozioni lette, anche loro, su internet, o ricevute in corsi online, per cui diffondono convinzioni basate su conoscenze superficiali o, peggio ancora, su ciò che circola di più, generandosi un fenomeno di autoamplificazione di una moda che porta a rafforzare stili educativi sbagliati

    Influencer che sentenziano soluzioni definitive a dubbi del tipo:

    Mio figlio ha 3 anni e ancora dorme malissimo, sono sfinita, che faccio?

    Il mio bambino non vuole saperne di mangiare tranne le stesse 3 cose di sempre, non fa niente?

    Non riesco a togliere il seno a mio figlio di quasi 4 anni, sono sfinita, però è segno di un buon attaccamento per cui non so che fare.

    Mio figlio di 1 anno è una PAS (Persona con Alta Sensibilità), è positivo vero?

    Le risposte che leggo tendono a tranquillizzare, incoraggiare o reinterpretare in chiave positiva, per poi rivelare 4-5 punti chiave essenziali per risolvere problema e, quindi, offrire il corso di turno.

    A questo punto voglio dire che:

    • Non esiste una risposta standard a domande del genere, così come non posso educare in modo uguale a 2 figli: ogni bimbo nasce con un temperamento. Sí, già alla nascita ognuno è diverso dall’altro, per cui la bravura dei genitori sta nell’adattare il proprio modo di rapportarsi, educare, porre limiti, incoraggiare, giocare, gestire le frustrazioni al temperamento del bambino. Probabilmente con un bimbo di temperamento tranquillo, pacato potrò dare limiti e contenimento più facilmente che con uno dal temperamento intenso, assorbente, per esempio un bambino di alta richiesta.
    • Un atteggiamento del bambino va interpretato in base all’età e, i primi anni di vita, a distanza di 6 mesi cambiano e maturano molte cose. I genitori si cimentano con questa continua sfida: adattare le rischieste che fanno al bambino alle sue capacità che dipendono, in gran parte, dall’età. Da un bimbo di 1 anno non ci si può aspettare che gestisca la frustrazione senza l’accompagnamento totale dell’adulto. Così come in un bimbo di 3 anni non si può normalizzare che chieda il seno davanti a qualsiasi piccola sfida o frustrazione per potersi calmare.
    • Ci sono regole o consigli molto utili che valgono per qualsiasi età; ma sono per lo più regole generiche e che richiedono una serie di precisazioni per poterle interpretare e non cadere negli errori sopra commentati.
    • Ci sono tendenze nella genitorialità di oggi che fanno necessario un accompagnamento ma deve essere dato da professionisti e attraverso il confronto diretto. In mancanza di questa possibilità spesso è meglio una chiacchierata tra amiche per condividere dubbi, preoccupazioni, soddisfazioni, orgogli, anche solo per sfogarsi, o una chiamata alla zia che la sa lunga su come crescere i bambini, che stare a smanettare ore al giorno su instagram. Perfino per il bimbo è molto meglio vedere la mamma e il papà che parlano al telefono o passano il tempo in compagnia, che vederli attaccati al cellulare!

    Link esterni

    https://nonsolopedagogia.it/i-rischi-dei-social-network/: Pedagogia e genitorialità su instagram e reti sociali https://www.nostrofiglio.it/bambino/psicologia/phubbing: Pedagogia e genitorialità su instagram e reti sociali https://www.adolescienza.it/sos/sos-genitori-adolescenti/stai-sempre-attaccato-al-telefono-quando-sono-i-figli-a-rimproverare-mamma-e-papa/: Pedagogia e genitorialità su instagram e reti sociali

    Altri articoli

  • Un parto doloroso (2)

    El parto no es nuestro

    Se piensa que cuando un parto se complica era inevitable. Como padre.

    Una piensa que si el bebé está bien y la madre se apaña con un postoperatorio no demasiado complicado, es que todo salió bien y ha hecho su trabajo, como sanitaria dedicada a la Obstetricia.

    Afortunadamente se lo que es un primer parto natural, quiero decir, vaginal. Vi a mi hijo salir de su madre gracias al esfuerzo de los dos, la madre empujando y el niño siguiendo con sus movimientos las contracciones del expulsivo. Tuve la suerte de estar a su lado para apoyarla en uno de los momentos de mayor vulnerabilidad de una mujer, y luego de estar ahí en el primer momento del bebé, de sentirlo mío en el momento en que salió y de sentirme acompañado de la comadrona y la ginecóloga.

    Esta vez ha sido muy diferente.

    Llegamos sin contracciones, con cita previa para una inducción programada para evitar un pequeño pero importante riesgo.

    Los medicamentos han provocado las contracciones, guiados por el criterio de una matrona que no nos seguía ni a nosotros ni a nuestro parto, sino a un protocolo aplicado de forma fría y sin tacto, sin ningún interés por nosotros, como si el bebé fuera algo desconectado y disociado de su mamá.

    Ha forzado la mano con la oxitocina porque lo único que importaba era tener – obtener – contracciones cada 2 minutos. Luego, una vez logrado, ha seguido forzando porque el cuello del útero no se dilataba con la velocidad “esperada”.

    Aunque le hubiéramos dejado claro que queríamos ir despacio, que no teníamos compromisos para este día, que preferíamos evitar contracciones demasiado violentas que pudieran hacer sufrir al feto y provocar una cesárea urgente, aunque también le hubiéramos dicho que somos pediatras pues necesitábamos participar en las decisiones médicas para estar tranquilos, siguió insistiendo y aumentando el ritmo de la oxitocina, asegurando que no implicaba ningún riesgo, que no se diferenciaba de las contracciones naturales, que el cuerpo lo necesitaba porque de lo contrario las contracciones disminuirían, desacreditando nuestras inútiles preocupaciones.

    Fue así que las contracciones se volvieron insostenibles para el bebé que empezó a sufrir, solo en la última fase apareció la ginecóloga, quien inmediatamente retiró la perfusión de oxitocina y agregó un fármaco para detener las contracciones. Salvo que este fármaco, así como el analgésico que la obstétrica le inyectó dos veces en vena, provocaron hipotensión en la madre, lo que agravó el sufrimiento del bebé, y venga corriendo al quirófano, cesárea de urgencia. Mi pareja entre lágrimas. Yo dejado fuera del quirófano con una frase “No puedes porque es de urgencia”. Ella sola. Me llamaron para pasarme a mi hija, un sentimiento de extrañeza tan diferente de aquel primer parto…

    Acto seguido la madre, con el vientre abierto mientras 4 médicos continuaban la operación, empezó a sentirse mal, le costaba respirar. Mientras me habían dejado volver a entrar, la veo con tensión muy baja, 53/40, aviso a la resi de anestesiólogía, al cabo de 1 minuto me encuentro afuera otra vez, la bebé en brazos, ella adentro en quirófano, sola, que no puede respirar.

    A los 20 minutos la traen semiinconsciente por los medicamentos: había sufrido una hipotensión aguda por hemorragia debida a hipotonía uterina, la misma ginecóloga me comenta que había sido por el medicamento que le había tenido que dar para detener el contracciones violentas (nifedipino). Además, sabíamos que tanto el nifedipino como las dos inyecciones de lidocaína decididas por la comadrona dan hipotensión, y que a la hora de administrarse la tensión de la mamá ya estaba peligrosamente baja (la lidocaina administrada por la comadrona sin nuestro consentimiento ni el de la ginecóloga, simplemente había dado la órden de administrar a la resi de anestesia).

    Al sentir la falta de aire, la madre, con el útero aún abierto, había tenido un ataque de pánico – lo que llaman crisis de agitación -, por lo que había sido sedada y, ahora que la traían de vuelta, no estaba consciente, su bebé allí, en mis manos, las manos del padre, yo que la sostenía sin haber podido procesar nada… No se como un momento tan importante y hermoso se pudo haber convertido en algo triste – si hubiésemos esperado, si nos hubiera escuchado, que perdía por ir más despacio? –

    Han pasado 5 días y no me doy paz, no he podido sentir y no siento esa magia, una de las emociones más hermosas que he sentido con el primero, pisada por remordimientos, rabia, la culpa por no haber podido evitar, no haber podido proteger a la niña y a su madre, por no haber sabido imponer nuestra voluntad, nuestro deseo, nuestro criterio, no haber sido lo suficientemente firme, no haber afirmado que la maternidad, la paternidad, el parto, eran nuestros.

    El parto es un momento de enorme vulnerabilidad y lamentablemente nos encontramos indefensos, obligados a depender no solo de la esperanza sino, al menos en parte, de la comadrona que nos ha tocado ese día.

    Han pasado casi 6 días y todavía no siento, como padre, que el niña sea mía: no estuve en los momentos más difíciles, no estuve para apoyar a la madre a acompañar a la niña a salir, yo estaba fuera, me entregaron a la bebé bebe cuando estaban listos.

    La comadrona nunca se disculpó, ni siquiera dijo lo siento, supongo que estará orgullosa de haber realizado una inducción a pie de la letra, y luego una cesárea heroica y exitosa.

    https://www.natalben.com/que-es-como-actua-oxitocina#:~:text=Oxitocina%20en%20el%20parto%2C%20lactancia,cuello%20uterino%20y%20el%20alumbramiento.

    https://www.elpartoesnuestro.es/informacion/parto/administracion-de-oxitocina-sintetica

    https://www.elpartoesnuestro.es/informacion/parto/el-papel-de-la-oxitocina-y-otras-hormonas

  • Un parto doloroso (2)

    Il parto non è nostro

    Uno pensa che quando un parto si complica sia inevitabile. Come genitore. 

    Uno pensa che se la bimba sta bene e la mamma se la cava con un postoperatorio tutto sommato è andata bene, e ha fatto il suo lavoro, come sanitaria.

    Io fortunatamente ho vissuto un primo parto naturale, voglio dire per via vaginale. Ho visto mio figlio uscire dalla mamma grazie agli sforzi di tutti e due, mamma che spingeva e bimbo che seguiva le contrazioni dell’espulsivo con i suoi movimenti. Ho avuto la fortuna di essere a fianco a lei per sostenerla in uno dei momenti di maggiore vulnerabilità di una donna, la fortuna poi di esserci nel primo momento del bebè, di sentirlo mio nell’istante in cui usciva, e di sentire che la funzione di infermiere e ginecologa era di accompagnarci.

    Questa volta è stato molto diverso. 

    Siamo arrivati senza nessuna contrazione, su appuntamento per un induzione programmata per evitare un rischio piccolo ma importante. 

    Le medicine hanno provocato le contrazioni, guidate dal criterio di un’ostetrica che non seguiva noi né il nostro parto, ma un protocollo applicato in modo freddo e senza nessun tatto, senza interesse verso di noi, come se il bebè fosse un’entità disconnessa e dissociata dalla mamma. 

    Ha forzato la mano con l’ossitocina perché l’unica cosa importante era ottenere contrazioni ogni 2 minuti. Poi, una volta ottenute, ha continuato a forzare perché il collo dell’utero non si stava dilatando con la velocità “aspettata”. 

    Nonostante le avessimo fatto capire che volevamo andare piano, che non avevamo impegni, che preferivamo evitare contrazioni troppo violente che rischiavano di far soffrire il feto e provocare un cesario urgente, nonostante le avessimo anche detto che siamo medici pediatri per cui avevamo bisogno di partecipare alle decisioni mediche per poter stare tranquilli, ha continuato a insistere e ad aumentare la velocità dell’ossitocina, asserendo che non comportava nessun rischio, che non differiva da contrazioni naturali, che il corpo ne aveva bisogno perché se no le contrazioni sarebbero scemate, discreditando le nostre inutili preoccupazioni.

    Così le contrazioni sono diventate insostenibili per il bebè che ha iniziato a soffrire, solo nell’ultima fase è apparsa la ginecologa,che subito ha tolto l’infusione di ossitocina e aggiunto un farmaco per fermare le contrazioni. Se non che questo farmaco, così come l’antidolorifico che l’infermiera ha iniettato in vena due volte, hanno provocato ipotensione nella mamma, il che ha aggravato la sofferenza del bebè, per cui di corsa in sala operatoria, cesario urgente, la mia compagna con le lacrime, io lasciato fuori, lei sola. Mi hanno chiamato per consegnarmi mia figlia, una sensazione di estraneità così diversa da quel primo parto. 

    Subito dopo la mamma, con la pancia aperta mentre 4 sanitari continuavano l’operazione, ha iniziato a avvertire un malore, non riesce a respirare. Intanto mi avevano lasciato rientrare, vedo la sua pressione bassissima, allerto l’anestesiologa, dopo 1 minuto mi ritrovo di nuovo fuori con la bimba in braccio, lei sola che non riesce a respirare.  

    Dopo 20 minuti la portano seminscosciente per i farmaci: aveva sofferto un’ipotensione acuta per emorragia dovuta a ipotonia uterina, la stessa ginecologa mi accenna che era stata provocata dalla medicina che le aveva dovuto dare per frenare le violente contrazioni (nifedipina). Oltretutto sapevamo che sia la nifedipina che le due iniezioni di lidocaina volute dall’infermiera davano ipotensione, e che le aveva decise quando già la pressione era pericolosamente bassa (ovviamente senza consenso né nostro né della ginecologa, aveva semplicemente ordinato all’anestesiologa, in quanto specializzanda alle prime armi. 

    Sentendo la mancanza di aria la mamma, a utero ancora aperto, aveva avuto una crisi di panico, per cui l’avevano sedata e ancora non era cosciente, la sua bimba lì,tra le mie mani, le mani del papà, che non sapeva come un momento così importante e bello si fosse potuto trasformare in un brutto momento, se avessimo aspettato,se ci avesse ascoltato,cosa ci perdeva a andare con più calma? 

    Sono passati 5 giorni e non mi do pace, non ho potuto sentire e non sento quella magia, una delle emozioni più belle che abbia provato, dei primi momenti, calpestata dal dispiacere, dal rimpianto, dai sensi di colpa per non aver saputo evitare, per non aver saputo proteggere la bimba e la sua mamma, la mia compagna, per non esserci saputi imporre, per non essere stati abbastanza fermi,non aver reclamato in modo abbastanza convincente che la paternità, il parto, erano nostri.

    Il parto è un momento di enorme vulnerabilità e purtroppo, ci si trova indifesi, costretti a affidarsi oltre che alla speranza, almeno in parte, alla sanitaria che è toccata.

    Sono passati quasi 6 giorni e ancora non sento che la bimba è mia come padre: non c’ero nei momenti più difficili, non ero lì a sostenere la mamma per accompagnare la bimba a uscire, ero fuori. La bimba me l’hanno consegnata. La mamma, la mia compagna, l´hanno riportata dopo.

    L’ostetrica non si è mai scusata, nemmeno ha detto mi dispiace, immagino sia fiera di aver compiuto un’induzione alla regola con cesario eroico andato a buon fine.